Fu Yuanhui y la menstruación

Fu-Yuanhui
Fu-Yuanhui

Desde los Juegos Olímpicos 2016 soy fan incondicional de la nadadora china Fu Yuanhui. No sólo me han conquistado su continua sonrisa y sus graciosos gestos. Para colmo, ha hecho declaraciones públicas sobre un tema del que deberíamos hablar más, tanto en China como en España: la regla.

Parece que abordar la menstruación con naturalidad a veces resulta complicado. Por ejemplo. Me encantaría saber cuántas de nosotras hemos evitado pronunciar la palabra regla durante nuestra adolescencia para que los chicos no supieran que la teníamos: “ya me ha venido la guarra”, “estoy mala”, “con Andrés (el que viene una vez al mes)”.

Otro punto que confirmaría mi teoría es la forma como hemos reaccionado algunas mujeres al comprobar que nos terminaba de bajar y que no teníamos compresas, tampones o la copa menstrual, algo que juraría nos ha pasado a la mayoría en algún momento de nuestras vidas.

Imaginémonos en un bar, tomando cañas con colegas. El protocolo es claro. Nos acercaremos sigilosamente al oído de una amiga y le susurraremos: “¿tienes una compresa?”. La escena posterior, bien sabida por todas. Si su respuesta es un “no”, moverá la cabeza de izquierda a derecha mientras abre los ojos de par en par, como diciendo: “menuda faena”. Pero si la respuesta es un “sí”, el protocolo es más sencillo: asentirá afirmativamente y meterá la mano en su bolso o mochila. Una vez localizada, la apretará en su puño con todas sus fuerzas, para que nadie vea lo que tiene ahí dentro. En cuanto se produzca el piel con piel con nuestra mano abierta, la cerraremos rápidamente y saldremos hacia el baño. Como si de tráfico de droga se tratara.

Si nos ocurre en el trabajo, acudiremos a alguna compañera. Nos aseguraremos previamente de que está a solas, cerraremos la puerta de su despacho (si lo tiene), para confirmar que nadie nos oye y evitar que alguien nos pille por sorpresa. Como si estuviéramos cometiendo un delito y fuéramos a confesarlo.

¿Y qué decir del “manchar”? Lo escribo entre comillas porque manchar es ensuciar. Y oye: que tengo mis dudas de que menstruar sea ensuciar. Porque digo yo que será más sinónimo de limpiar; al fin y al cabo, limpia nuestros órganos femeninos.

Pero dejémonos de rollos y vayamos al grano. De adulta he “manchado” la cama más de una, dos y tres veces. Pijama, sábanas y colchón. Sí, me ha pasado. Y me encantó ver la foto viral de Facebook en la que una chica está tumbada en una cama con sangre en el pijama. Porque sí, generalmente menstruamos una vez al mes. Así que imagínense la cantidad de posibilidades de que nuestra ropa se tiña de rojo o de que nos olvidemos una compresa o un tampón en el baño. Porque eso también pasa, por si no se habían dado cuenta. No estaría de más que normalizáramos el sangrado y dejáramos de asociarlo a tanta supuesta guarrería y asquerosidad.

Eso sí: reconozcamos que todo  esto resulta más complicado durante la adolescencia. Recuerdo el día en que, con catorce años, “manché” la silla del Instituto. Ocultar la sangre del pantalón fue relativamente sencillo: sudadera atada a las caderas, colgando por detrás, y lista. Pero lo de la silla me costó “sangre, sudor y lágrimas”. Literalmente. Levantarme de la silla y ver la sangre me provocó sudores de vergüenza y ganas de llorar. Volví a sentarme inmediatamente, como si estuviera entrenando para el juego de las sillas, y llamé a mi mejor amiga de entonces, que por suerte era de mi clase. Como era la hora del recreo, nos quedamos solas y empezamos la operación: ella salió corriendo al baño a por papel higiénico; yo me quedé sentada, simulando que pasaba unos apuntes a limpio. Al comprobar que nuestra limpieza no daba los resultados esperados, abrimos un cartucho de tinta china que teníamos que usar para la clase de dibujo y lo rociamos por la silla, intentando disimular los restos de sangre. Todavía guardo la imagen de aquel dibujo vintage.

Pero lo que más me ha gustado de Fu Yuanhui es cómo ha abordado la posibilidad de tener menos rendimiento. “No he competido bien porque tenía la regla”. Pues sí: la regla es dolorosa y muy molesta para algunas mujeres. Sentir dolor, debilidad o cansancio son síntomas habituales. Y eso, obviamente, puede repercutir en nuestro rendimiento profesional: bien durante algunas horas, mientras va haciendo efecto el antiinflamatorio de turno, o bien durante uno o dos días, dependiendo de cada organismo. Si no, ¿por qué medican a algunas mujeres para que la menstruación no les coincida con una competición deportiva? ¿Acaso se rinde lo mismo cuando se tienen dolores físicos o molestias? Igual deberíamos pensar en la posibilidad de que las mujeres con dolores menstruales que trabajamos fuera de casa tuviéramos un día o dos al mes para descansar o teletrabajar. Porque duele. Porque es molesto. Porque nos retuerce. Pero si pensamos en esa posibilidad, abordémosla con rigurosidad para que el machismo, una vez más, no utilice este argumento como un arma de doble filo a efectos de  contratación, como ya hace con la maternidad.

En definitiva. Que hablemos más de la menstruación. Naturalicémosla. Pidamos nuestra compresa o tampón sin escondernos de nadie. No nos asombremos ante la mancha de una mujer en su falda, vestido o pantalón. Y si eres de esos que alguna vez ha dicho barbaridades, empatiza un poco más y no vuelvas a decir lo de «déjala, que tiene la regla…».